¡Tú eres el único que puedes bajarle el volumen a tu ruido! Porque nadie más tiene acceso al control del volumen excepto tú. Y cuando bajas ese volumen, entonces empiezas a escuchar una voz muy dulce y gentil, un llamado, no en palabras, sino en sentimiento; el llamado de tu corazón para que estés a la altura de la ocasión. Y la ocasión, amigo, no es otra que la ocasión de la vida.