Algunas veces, la sencillez no es un proceso de hacer, sino de deshacer. No es un proceso de aprender, sino de desaprender, descubrir lo que ya está ahí. No es el proceso de aportar nuevos elementos. Sino de quitar todo lo innecesario, todo lo que no se quiere. Como cuando el escultor quita los sobrantes que ocultan la forma que está escondida en la piedra y lo que emerge es una forma hermosa. Lo que queda es un diamante hermoso y brillante, la vida en sí misma.