Cuando hay un llamado interno, cuando el corazón dice “Siéntete pleno”, lo ignoramos. Pensamos que no es importante, o decimos “No tengo tiempo para este asunto”. Pensamos que así como este aliento ha llegado y se ha ido, continuará haciéndolo, y que no tendrá fin. Discúlpame, lo tendrá. Es increíble la humildad que esto evoca. No es como un martillo que cae. Es una línea delgada. Un día tendré que irme, y cuando se vuelva una certeza, el valor de este tiempo, de esta vida, de este aliento, quedará claro.