Hasta que reconozcamos que la paz real está adentro, estamos aquí pero no sabemos por qué. Tenemos preguntas: ¿Por qué he venido aquí? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Lo estoy haciendo bien? Es como un conductor que no sabe a dónde va. Pero tú eres el conductor de este autobús de la vida. Se te ha dado la llave y no se la puedes dar a nadie más. Tú no puedes darle ni una respiración, ni un momento, a nadie.