La verdadera pasión del ser humano es estar pleno. Y esa pasión ha sobrevivido a todos nuestros descubrimientos, confusiones, éxitos, desastres y catástrofes. Sin importar lo frágil que parezca esa pasión, ha sobrevivido. Quizá has llegado a pensar que esto se ha olvidado, porque los seres humanos cada vez nos ocupamos más y más de crear armas de destrucción, de ir a la luna, de hacer mapas de la tierra, inventos y descubrimientos. Se han olvidado lenguas; costumbres que sobrevivieron miles de años se han olvidado. Pero de alguna forma, la búsqueda de la plenitud ha sobrevivido.