Encuentra ese dios. ¿Cuál dios? No el que vive aquí o allá. El que está en ti. Entonces podrás sentir la paz. La tranquilidad. La realidad. La belleza. La sencillez de la vida en lugar de las complicaciones. En lugar de lo complicado, de las obligaciones. Sentir la riqueza, la abundancia, el valor de lo que se te ha dado. Ya has sido bendecido con ello.